Hace 9 años de distancia que decidí salir, a ese afuera desconocido abrazando lo incierto. Mucho motivo mi viaje la observación de las estrellas y el sueño de chico de conocer nuevos mundos.
Entregado al camino supe lo que es migrar libremente de una región a otra, viviendolas intensamente, respirandolas, comiendolas, hablandolas, trabajandolas. Era ineludible enfrentarse a la transformación ante tanto intercambio vivido. Vi otros mundos y por esto entiéndase modos de existir, de relacionarse entre nosotrxs y con el resto de los animales, plantas y entes que conforman la madre tierra.
Viajar se había convertido en una escuela, el método era coeducativo y transdisciplinario, era como un río abierto donde en el compartir del dia a dia ibas forjando experiencias y criterios.
Había cosas que entender, cómo el trabajo del desapego, la austeridad y saber ver la belleza que habita en lo más simple.También había que resistir a la sudestada, al viento sonda, a la tormenta y a la vez saber valorar las noches cálidas y estrelladas de verano.
Había que enfrentar al fachxo, al xenofobx, al machista y a la yuta que vive en las cabezas de lxs que discriminan.
Muchos me decían que andaba perdido, que no encontraba mi lugar en el mundo, que me negaba. En realidad era lo contrario había encontrado mi lugar en la belleza de lo incierto, había construido un hogar simbólico que llevaba a donde fuera y compartía con mis hermanxs y cuidaba de quien quisiera dañarlo, me había empoderadx de mi condición social, mi espacio era lo público, la calle, el campo y lo natural.
Ahora tengo mi mochila tirada y sin cosas, pero llena de ganas de viajar. Se que muchos viajerxs están en esta misma circunstancia varados en diferentes regiones, a ellxs quiero decirles que se cuiden y que el apoyo mutuo, la solidaridad, la sororidad, la responsabilidad afectiva y la colectividad son necesidad ante esto que está ocurriendo. Si estás solx no dejes de estar en contacto con personas que te aman. Si estas en «galera» cuida de la manada.
Quiero agradecer a todos aquellos que nos están brindando una mano, un techo o un plato de comida a los que estamos viajando y que nos encontramos en situación de vulnerabilidad social y económica. Recuerden que la mayoría de viajerxs tenemos un trabajo autogestivo y que por lo general vivimos el dia a dia y que muchas veces las normas migratorias no nos amparan ante estados de emergencia y que existe una institución represora y violenta que actua criminalmente contra los más desprotegidos, apoyada por una población con corazón ortiva,
La verdad es que hice muchos colegas, amigxs y hermanxs. Algunxs viajerxs, otros no. Que los llevo muy presentes en mi camino y que agradezco de corazón el fuego compartido.
Quiero agregar que existe una memoria y que aunque a veces no la recordemos yace en nuestras venas como raíces. No podemos darle espacio al olvido, que nuestra palabra hable de dignidad y libertad. Es esencial cuidar algo que aprendí de los pueblos originarios, la lucha es por la vida.
Viajando construí un espacio sin muros, sin fronteras donde otros mundos eran posibles.
Gu gure etxea gara (del Euskera somos nuestro hogar)